El contacto con la naturaleza es una necesidad humana básica, no una amenidad cultural, ni una preferencia individual, sino una necesidad universal de tipo primario, esto es, del mismo modo que necesitamos de una alimentación saludable y del ejercicio físico diario para nuestro desarrollo, así también necesitamos conexiones crecientes con la naturaleza.
El contacto con la naturaleza refuerza los valores de respeto y cuidado por el ambiente, que son indispensables para las comunidades sustentables, y ofrece incontables beneficios a los seres humanos, entre los cuales se encuentran los de tipo terapéutico. No obstante la creencia de los beneficios terapéuticos que brinda el contacto con la naturaleza es bastante antigua, el primer estudio empírico controlado basado en esta hipótesis fue publicado en la revista Science por en 1984; en este estudio, Roger Ulrich usó la información que obtuvo en un hospital para demostrar el efecto que tenía un cuarto de hospital con vista a una pared de ladrillos o bien un cuarto de hospital con vista a árboles. Todos los pacientes estudiados habían sido operados del mismo tipo de cirugía. Ulrich encontró que los pacientes que tenían cuarto con vista a los árboles necesitaron menos narcóticos y analgésicos ya que experimentaban menos dolor. También fue el grupo que se quedó hospitalizado menos tiempo y que tuvieron, en general, una recuperación post-operatoria más satisfactoria que los pacientes que tenían un cuarto con vista a la pared de ladrillos.
Así también, la restauración ecológica, es decir, el intento de reparar los ecosistemas que han sido dañados o degradados, generalmente por actividades antropogénicas, mediante prácticas que van desde la plantación de árboles, hasta la restauración de presas o la bio-reactivación de los suelos que han sido erosionados o dañados con pesticidas y fertilizantes químicos, guarda en sí misma un enorme potencial para reconectar a los seres humanos con la naturaleza ya que ésta ayuda a las personas a ser más atentas al ambiente, a respetar el orden de la naturaleza y a vivir de manera armónica y significativa con la tierra. De esta suerte, las acciones pro-ecológicas resultan en estados psicológicos positivos como son la satisfacción intrínseca y el bienestar personal y subjetivo, o sea, en felicidad.
De igual manera, existe evidencia de que la naturaleza favorece la reducción del estrés y coadyuva en la recuperación del equilibrio. Por ejemplo, pasear por el campo o por una zona arbolada mejora de forma inmediata el estado de ánimo en las personas. La vegetación, el aire limpio, el agua y el contacto con animales brindan beneficios psicológicos, emocionales y sociales: la naturaleza es un poderoso impulsor de estados de bienestar.
Los ambientes naturales ofrecen tal riqueza y diversidad sensorial que, sin lugar a dudas, todos los seres humanos -sin importar la edad, el género, la raza o la etnicidad- deben estar en contacto diario con ellos, en especial en su etapa de formación. Sobre esto, el juego de los niños en exteriores les ofrece grandes beneficios para su desarrollo social, emocional y cognitivo, ya que fomenta su sentido de búsqueda y exploración, así como el aprender a tomar decisiones y la resolución de problemas.
Los entornos naturales ofrecen la estimulación sensorial y la oportunidad de realizar actividades físicas esenciales para nuestra salud y desarrollo. Las experiencias que se tienen en el exterior y en contacto con la naturaleza determinarán en gran medida el cómo nos relacionamos con ésta (identidad ambiental), así como también guiarán las acciones o conductas en este sentido.
El contacto, la cercanía y las experiencias con la naturaleza son clave para nuestro bienestar. Ser conscientes de ello incidirá de manera clara y segura en nuestra salud física y emocional.
Magnífica verdad. No nos alejemos de la madre Naturaleza.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Pedro :O)
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