03 octubre, 2014

Farsa educativa


La foto que aparece en esta entrada es una de las favoritas de mi madre. No para mí.
Parecería una foto tomada “in fraganti”, o sea, en el momento que realizaba una actividad que me tenía tan entretenida y absorta que ni siquiera me percaté de que alguien estaba ahí para retratarme. Cuando es justamente todo lo contrario. La escuela decidió que para la foto escolar de ese año, en vez de  que los alumnos posáramos de frente con nuestra amplia y rebosante sonrisa, íbamos a posar como si estuviéramos realizando una actividad artística. Entonces, para esa foto, nos llevaron al jardín donde estaba dispuesta para la farsa esa jirafa que aparece en la foto, completamente pintada y terminada, sin que ninguno de nosotros hubiera tenido nada que ver en su realización. Si se fijan bien, al fondo de la fotografía se pueden apreciar las piernitas de mis compañeras de clase, es que estábamos en fila, esperando nuestro turno para representar el papel que se nos pedía.
Aunque sólo tenía cinco años recuerdo perfectamente la frustración que sentí: ¿por qué representar algo que no era cierto?, ¿por qué se nos hacía partícipes de una mentira?
Muchas cosas me molestan de ese momento: la falsedad y su premeditación, el engaño a nuestros padres, la manipulación de la que como niños fuimos objeto para que la escuela –privada- pudiera seguir cobrando sus cuotas, pero lo que más me molesta es que nunca, ni una sola vez, hicimos una actividad artística ni remotamente parecida a la que se muestra en la fotografía y que a mí me habría encantado realizar. Recuerdo como si fuera ayer la emoción que sentí cuando, por unos segundos, pude asir ese pincel con pintura seca. ¡Cómo me habría gustado que todo ese teatro hubiera sido verdad! ¡Cómo habría disfrutado haber pintado esa jirafa! Entonces sí, al igual que mi madre, ésa sería una de mis fotos favoritas.

Educational Farce


The picture that appears in this post is one of my mother’s favorites. But not mine. 
It seems like a photo taken at the time that I was performing an activity that had me so entertained and engrossed that I did not realize that someone was there to portray me. It's exactly the opposite. The school decided that for that year’s picture day, instead of posing facing the camera with brimming smile, we were going to pose like we were doing an art activity. So for that picture, they took us to the garden where that giraffe that appears in the photo was already set for the farce, completely painted and finished, none of us had nothing to do with its realization. If you look carefully at the background of the photo, you can see the little legs of my classmates, as we were in line, waiting for our turn to play the role which was requested of us.
Although I was only five, I can remember the frustration I felt. What was the point of representing something that was not true? Why were we made partakers of a lie? 
Many things bother me of that particular moment: the falsity and its premeditation, the deceit to our parents, the skills of the –private--school in the manipulation of us as kids so it could continue charging tuition, but what bothers me the most is that never, not even once, did we do an art activity even remotely similar to the one shown in the picture--and I would have loved to do so. I remember as if it were yesterday, the excitement I felt when, for a few seconds, I grabbed that brush with dried paint. How I wished that all this performance would have been true! How much I would have enjoyed painting that giraffe! Then, joining my mother, I would consider that picture one of my favorites.