El
avance tecnológico que vivimos hoy en día nos ha traído la
maravillosa oportunidad de poder publicar o compartir
todo tipo de
información, desde
herramientas, enlaces, videos, fotos, música, etc., hasta nuestras
propias experiencias, emociones, sentimientos, etc.
Sin
embargo, ante esta posibilidad abierta y casi ilimitada de
publicación, sería bueno preguntarnos qué
publicar/compartir y para qué hacerlo.
Para un mejor uso de las redes sociales, yo me guío por estas tres
reglas:
1. La
calidad de
aquello que se publica o se comparte,
es decir,
que aquello que compartamos realmente
merezca ser compartido, que valga la pena; o sea, así como no es
conveniente enunciar todo lo que se nos pasa por la cabeza, tampoco
lo es publicar o compartir todo
lo
que nos ocurre en la vida.
2. La
no maledicencia, esto
es, que aquello que se publica o se comparte no dañe a nadie en lo
absoluto, o lo que es lo mismo: que no lastime, que no hiera, que no
humille, que no ataque, que no difame, que no haga sentir menos ni
mal -ni aunque sea un poquito- a absolutamente nadie.
3. La
beneficencia, ésta es
mi regla de oro: o sea, que aquello que se publica o se comparte no
sólo no haga daño, sino que haga un bien. Tal publicación debe
tener -por lo menos- una de las siguientes características:
inspira, motiva, informa, hace pensar y/o reflexionar, propicia
cambios positivos, hace reír, es estética, es útil, en fin, una
publicación que coadyuva en la construcción de un mundo mejor.